martes, 4 de marzo de 2008

Mi reino no es de este mundo

Ya se puede vislumbrar el próximo debate político el cual va encaminado a la reforma del artículo 30 de la Constitución Mexicana el cual hace referencia a los miembros y jerarcas de las iglesias en torno a participación que pueden llegar a tener en la política a sí como el derecho de votar y ser votados.

Es un hecho innegable que la iglesia esté recuperando espacios que no tenía desde las épocas del oscurantismo, y esto se debe en gran parte a que los sectores mas conservadores de la sociedad han jugado bien sus cartas en la esfera político-económica.

Dentro de la misma iglesia en especial la católica se han desarrollado fenómenos muy interesantes y que han jugado un papel casi fundamental en ciertos conflictos y que se pueden ver desde dos ópticas.

Por una parte la intervención de la iglesia en las cuestiones políticas y sociales siempre ha sido cuestionada y se debe sin duda al pasado que la ata, los excesos y horrores en que ha caído esta institución a través de la historia deja en evidencia la posición de defensa hacia al mas poderoso en la sociedad pues es con ellos con quien ha gobernado.

Sin embargo en contra posición se debe de tomar en cuanta el papel que jugó en la década de los 70s sobre todo en América Latina, donde los simpatizantes de la teología de la liberación cuando fueron condenados por parte del Vaticano no dudaron en renunciar a la iglesia y era común la renuncia de los seminaristas y sacerdotes para formar parte de la guerrilla en países como el Salvador o Nicaragua.

Actualmente en México se tiene un gobierno comprometido con una iglesia y una iglesia comprometida con los sectores que dominan la esfera económica. En alguna ocasión escuché al maestro Rius mencionar que la ignorancia es la madre de la tiranía y la religión en un pueblo. Y la tendencia en México por sus características socioeconómicas es la de un país que se perfila hacia un pueblo gobernado en nombre de Dios.

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