Si de una cosa hay que estar seguros es que los mensajes que emite el gobierno tienen un doble fondo, y en la mayoría de los casos hay que entender ese doble discurso el cual nos hacen llegar a través de los medios de comunicación los cuales se han convertido en herramientas indispensables para moldear al pueblo a conveniencia del poder en turno.
La tendencia del gobierno de tomar los números como indicadores de un desarrollo en el país se encuentra muy alejada de metodologías que permitan ver la calidad de vida en la población.
Un claro ejemplo de esto son los indicadores percapita, que puede ser desde lo que se produce en bienes y servicios hasta los ingresos que se tienen en un periodo determinado dividido entre el número de habitantes. Son precisamente las estadísticas de este tipo las favoritas de un gobierno con síntomas de descomposición social y derivado de una desigualdad sin límites, en donde vive el hombre más rico del mundo y también el más pobre.
Es necesario tomar en cuenta que el progreso de un país no se encuentra en la cantidad de dinero en lo bancos, sino en las condiciones de vivienda, alimentación, salud, calidad en el empleo y las condiciones de los sectores mas vulnerables de la sociedad. Sin embargo en vez de considerar estos factores como indicadores de desarrollo nos hacen creer que la cantidad de consumo es lo primordial olvidándose de que los mecanismos adoptados en materia económica solo deben de ser un medio para una dignificación del ser humano.